Estimulantes (contra la flacidez del espíritu)

Autor: Fernando Llorente

Género: Aforismos

Edición: Papel

ISBN: 9788461789160

Año de publicación: 2017

Páginas:96

Precio: 12 euros (agotado)

Tuve la necesidad de quitarme de encima la oleada de críticas e indignaciones que me han
complicado la vida desde hace casi un año, a raíz de mi primera novela, Trento; novela que la
editorial Alas tuvo, según sus responsables, la valentía de editar. Esa necesidad me llevó a buscar
otros caminos expresivos, y también escritores que este nido editorial independiente acoge
entre sus plumajes ya mudados.
Y me dije a mí mismo que el color verde intenso me gusta, me da la esperanza necesaria para
creer, y curiosamente, el libro de Fernando Llorente, Estimulantes (contra la flacidez del
espíritu), es el verde del catálogo. Así que lo compré (los autores malditos también compramos
libros), dispuesto a recuperar el resuello, las ganas de creer de nuevo, de evitar ese pensamiento
maldito de que quizá estuve equivocado.
Ahora puedo deciros que me equivoqué, que a raíz de su lectura me arranqué a escribir de nuevo
únicamente teniendo en cuenta mis, para siempre, puntos cardinales de la creación literaria. Y
eso solo ocurre cuando algo te arrasa, te deja desvalido y te arma, así, para lo que viene después.
Sin miramientos, sin contemplaciones, como una bala disparada directamente entre las cejas,
sin ánimo de encontrar un remanso de paz mínimo que haga dudar de lo que todos niegan.
Estimulantes es una obra por si misma amplificada, continuación, según pude indagar después,
de una colección de aforismos previa, publicada en La grúa de piedra, con el título cargado de
intenciones, Disparos al aire. Amplificada, digo, porque, siendo un puñado de aforismos
organizados alfabéticamente, estos realmente se ríen de nosotros, mejor dicho, nos pretenden
deleitar con su ensañamiento directo a las entrañas, y se quieren identificar con esa colección
iniciática, sin conseguirlo. Orden alfabético para destartalar y desordenar lo establecido y dado
por sentado.
Irremediablemente se amplifican sus textos, en continua búsqueda racional que solo
encuentran lo irracional, aunque busquen el pesimismo que ya se intuía en los primeros, y la
ironía de esos disparos que, a pesar de sus intenciones, estaban protegidos por algo distinto a
una mancha en nuestra camiseta.
La necesidad de creer me llevó a este nuevo libro de Fernando, y a esa amplificación que se
mezcla con detalles de lo cotidiano, con objetivos claros que no entienden de dianas. Pasan
estos aforismos de puntillas por referencias y pensamientos clásicos, modernos, cotidianos, con
la intención de dejar huellas perecederas. Conmigo lo consiguen.
He visto, también, cómo el efecto de estos estimulantes, destartala a matemáticos, a ingenieros
escépticos, a mujeres que adoran la economía del lenguaje, voltean sin remedio pequeñas
mentes dormidas y mentes gigantes adoctrinadas en la costumbre de lo políticamente correcto.
Pero no quiero engañaros, esta obra es droga dura, y como esta clase de sustancia es peligrosa,
puede arrasar generaciones enteras, dejar daños de difícil reconstrucción en este mundo que
habitamos y nos empeñamos en verlo desde fuera. Ese mundo que habitamos que se diluye en
nuestra propia existencia y la tormenta de ahí afuera, si acaso no es lo mismo.
He tenido que ajustar la dosis, paladearla en mis momentos decisivos, atender a mi relación con
el dinero, al silencio que me rodea, a reconocer la piel blanca de su sombra, a atender a la pasión
de mis momentos como se merece, desde la ternura de los textos y la fiereza salvaje de la ironía
y la postrimería.

Adicción que amplifica el mundo de ahí afuera, porque es necesario para saber dónde escupir,
dónde besar, dónde decir basta, dónde reírse de todo, dónde llorar por casi nada, para qué no
sirve la ternura cuando ya no se gana nada. En resumidas cuentas, adicción que engrandece la
basura que somos, que nos empeñamos en ser, a veces sin conseguirlo. Adicción que nos
descubre la vida o un pedacito de su mentira, a golpe de nadería insatisfecha, según dicen por
ahí, adicción que irremediablemente nos pierde en nuestros múltiples rostros, ¿o no?
Buscaba el color verde, porque necesitaba creer, pensar que no estaba equivocado, que el sol
sigue luciendo siempre a mi favor, y encontré vuestro verde, chicos de Alas ediciones, para
llevarme a la boca el orden de las cosas, la esperanza deseada, y , sin embargo, me he convertido
en el adicto a sustancias peligrosas, y con ello en ese escritor que sigue buscando la existencia
en las palabras dormidas.
Amplificador independiente, con ese Fernando Llorente independiente, acompañado por
Almudena daCosta y sus ilustraciones que asumen igualmente la amplificación de la nada,
dispuesto a todo para conseguir nada, como siempre, como solo es posible vivir, y escribir,
plagado de manchas, de droga, de estimulantes sin cortar, para con convicción, seguir dando el
golpe certero en la mesa.